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La despedida a un hombre que cumplió un sueño

El 3 de diciembre del año pasado Mensajeros de la Paz rindió un homenaje a Justo Gallego, a un agricultor humilde que odiaba los halagos porque creía que conducían al pecado de vanidad. La iglesia de San Antón se vistió para la ocasión con fotos de la Catedral y un gran retrato de Justo. En los primeros bancos, Ángel López con dos miembros de su familia, Sergio Mella y Mercedes González, la Delegada de Gobierno en Madrid que acudió a la misa en señal de respeto. 

 

“Justo le prometió una ermita a la Virgen María y según fue construyendo quiso ofrecerle algo mucho mejor”
Padre Ángel.

“Era un gran trabajador con una única meta: alabar a Dios a través de su obra. Incansable en su tarea de servir a su promesa», dijo el padre Ángel. “Justo ha dedicado su vida a realizar esta preciosa catedral. Primero le prometió una ermita a la Virgen María y según fue construyendo quiso ofrecerle algo mucho mejor, y aquí está su catedral para dar testimonio de su gran fe”, aseguraba el padre Ángel durante la misa homenaje que Mensajeros de la Paz le ofició a los pocos días de su fallecimiento.

Justo Gallego tenía una única meta: alabar a Dios a través de su obra.

Al acto, que puso de manifiesto la valía personal y profesional de Justo, acudió Mercedes González, delegada de Gobierno en Madrid, visitantes y usuarios de San Antón, así como familiares, amigos y personas cercanas. Entre los presentes, también estaba Juan Carlos Arroyo, ingeniero, doctor en Arquitectura y presidente de la empresa Calter, encargada de asegurar la viabilidad de la Catedral de Justo.

En el homenaje también se encontraba Ángel López, albañil y su ayudante y compañero hasta el último día. También Raúl Pérez Vera, “Poesía Futura”, un artista que vio en Justo algo bello y maravilloso, y que quiso recitar un poema al final de la misa en su memoria:

“Apareces en mis días y a través de la cortina ya no existes en la sombra. No eres viento ni poesía. Entre ella y mi pasado, ya no suena melodía. Ya no existe conexión. No se escribe ni un relato. Se borraron los atajos. Recorrí mil monasterios. Te buscaría en vidrieras, en tapices, en libros que yo escribía. Te perdí como refugio. Lugar que me protegía. La verdad conquista el mundo”.

Mensajeros de la Paz quiso rendirle homenaje en la iglesia de San Antón en la que familiares, amigos y visitantes se despidieron de este gran arquitecto de Fe